Hijo, tengo que escribir este capítulo en tu lugar, oh! te aseguro que tus 13 capítulos están aquí, tal y como los querías.
Te vas en la felicidad, a la hora que tú eligiste, o que el destino eligió. Estoy convencido de que tu fallecimiento se pasó aquí donde tenias que estar, en un tiempo destinado para ello. Tú has elegido esta citación que reitero aquí: "todos los días van a la muerte, el último lo consigue"; Montaigne. No, tú no estabas triste en este día cuando preferiste esta oración, que seguro resonó en ti...
No sólo un combatiente has sido, no, reziliente es la palabra que te representa mejor. Con el tiempo, siempre has sabido reconstruirte sobre las ruinas que te ha dejado tu enfermedad. Luchando como un boxeador contra tu malestar y perdiendo las rondas de tu combate vital...
Te vas de manera imprevista, y nos dejas a todos desconcertados, y otro tanto a esta insidiosa enfermedad. Aquí donde esperábamos de ti que te partirías en unas de tus iras enfadadas, opones una risa loca. Aquí donde la enfermedad parecía ganar, le rompes la cara, en un último tiro te juegas de ella, te ríes en sus narices y detienes el partido, cortando su control sobre ti... Fiel a esta otra frase de Jean de La Bruyère "Necesitamos la risa antes de ser felices, por el temor de morir sin haber reído" Tu amabas reír, y reír con todos nosotros...
Tu historia sigue siendo viva, lúcida y muy presente, como si estuvieras todavía aquí. Ella es a tu imagen, tiene tu reflejo. Reflejo de tu alegría, de tu tristeza, de tus frustraciones, de tu soledad, de tu consternación, de tu ira, de tu rebelión. Despierta la impresión que nos dejas, al leerte pasamos de lágrimas, a risas y iceversa...
Tu mirada de la persona disminuida, te ha dado acceso a confidencias, a una visión particular y personal de las relaciones humanas. Sentimos, a través de tu historia, una señal de socorro, sin duda una frustración de no poder en ciertos momentos de tu vida, haber sido como el común de los mortales.
Hacia ya 3 años que estabas trabajando para tu biografía. Ya está escrita, terminada justo a tiempo y de tu viviente. A veces te veía dictando a tus auxiliares el borrador de tu historia, pero no, no pensaba yo que estarías tan cerca de tu salida. Es difícil para nosotros, tu hermano, tu madre y yo, leer con póstumo tu vida, descubrir algunos detalles, algunos sentimientos, esta perfecta conciencia de las cosas de tu existencia, que ni siquiera sospechábamos... Es una desventaja de tener que vivir sin ti. Entonces, uno se aferra... Tú tenías una urgencia que nosotros no teníamos, condiciones imperativas debidas a tu vida, que presentías efímera.
Tu memoria está intacta, aquí también compensas por otros sentidos, porque ya no escribías como la mayoría de nosotros, con un bolígrafo o computadora. Yo quedo espantado leyendo estos detalles, estas fechas que tenías en tu mente, sin nunca haber tomado notas. Vienes a nosotros con precisión y acompañado con una dosis de humor. Las citas de hombres celebres son bien escogidas, y te corresponden. Incluso, meditas para establecer una semejanza con tu vida. Según tu expresión "loco !" empleada varias veces, esto es fuerte... Creo que esta escritura fue beneficiosa para preparar tu salida, o para prepararte a salir, como si otra vez más quisieras revisar el álbum de tu vida.
La vida gana siempre, según una de tus frases favoritas... Nos queda este compromiso de guerrero como tu hermano te califica, a contra marea de la enfermedad, de nosotros tus padres y hermano. Pero nunca con rencores después de nuestras discusiones o nuestras diferencias de opinión, manteniendo tu enfoque, derecho en tus botas. Sentado, siempre has sido de pie...
Portado por esta esperanza de una cura para tu enfermedad, también la esperanza de más, y siempre proyectarte en el futuro. Hasta el capítulo 13 y último, te aferras a él. Es magníficamente hermoso y bello, porque tanto el tema de tu salud como el de tu futuro son ahora vencidos. La enfermedad, porque clausuraste la batalla, el futuro, porque estamos seguros de que estas siempre aquí, en esta historia, a través de tus palabras. Así a tus dolores eternamente
les resistirás...
Necesitamos la risa antes de ser felices, por el temor de morir sin haber reído
- Jean de La Bruyère -